26 de mayo de 2008

Una década


Diez años dan para mucho, para acumular tantos sentimientos y tantas emociones que sería imposible resumirlos en un post de blog. Este fin de semana me fui a celebrar la despedida de soltera de una muy buena amiga que se casa en septiembre. Un poco pronto, quizás, pero imposible consensuarlo para otra fecha más próxima al acontecimiento. Lo que me pasa contigo es que eres fruto prohibido...


Este fin de semana me sentí muy bien, me hubiera gustado que fuese más extenso, parar el tiempo un poco más, pero 10 años pueden volver a sentirse en 48 horas. Y allí estábamos las 5, yo creo que más guapas que nunca, más sonrientes, probablemente sea la serenidad que se desprende a los 28 años. Esa chica es mía, casi casi mía...


Ilusiones nuevas, conversaciones que nos hacen ver cómo vamos progresando, recuerdos de anécdotas que sólo pasan cuando tienes veinti pocos años y estás en la facultad. Y sobretodo la satisfacción de saber que las que están allí son tus amigas, que aunque cada vez las ves menos están a la voz de ¡ya! Cada una de su padre y de su madre pero con algo común (ese feeling tan maravilloso llamado amistad) Loco, loco, loco...


De todo el fin de semana me quedo con la carita de Rocío cuando nos vio sentadas en su cama y en el repertorio de letras improvisadas a la vuelta. Grande este finde, a pesar del dolor de barriga que me dio por la noche. ¡Lo siento! demasiados fritos en muy poco tiempo. Galilea... que fortuna la mía.


Quiero muchas más decadas compartiéndolas con gente de verdad, con buena gente. Os veo en la próxima cena común.


Pues mira, ya que he visitado tu blog, te plagio la foto Vicente, que aún no he descargado las mías.
¡Vivan los novios!

20 de mayo de 2008

Volví a sentir la luz



El fin de semana pasado se celebró en Sevilla y en otra muchas otras ciudades el Día de los Museos. Volví a entrar en el Museo de Bellas Artes de Sevilla, la segunda pinacoteca de España. Hacía 10 años que no lo pisaba, desde que estaba en COU. Ya de por si el edificio, un anitugo convento de frailes, es encantador, pero reencontrarme con la colección de cuadros que allí se guarda fue conmovedor. Nos acompañó una guía que hizo un recorrido, bastante breve todo hay que decirlo, por la historia del tratamiento de la luz en la pintura sevillana. Y cuando estaba allí escuchando lo que explicaba recuperé la emoción que me provocaba estudiar historia del arte. Recordé cómo me gustaba saber las características de cada época, de cada artista, comprender los lazos de las diferentes artes con su momento histórico. Me sentí bien de desempolvar datos que en un momento de mi vida grabé en mi mente y en mi espíritu. Volví a ver los cuadros de Murillo, los de Gonzalo Bilbao (gran olvidado del impresionismo) los de Valdés Leal y miles de resortes se pusieron de nuevo en marcha en mis pensamientos. Me sentí muy bien, sentí los beneficios del arte y recordé en este mundo donde lo vulgar y lo ordinario triunfa a todas horas, que existe gente con la capacidad de crear belleza, conmoción, de sacudirnos el pensamiento y el espíritu.


Así que al día siguiente me fui a uno de los libros que conservo de COU, que no había vuelto a abrir desde selectividad y contemplé alguna láminas; volví a ver la luz en ellas

8 de mayo de 2008

El Tiempo

El tiempo dime lo que me ha hecho el tiempo...

Este mes he entrevistado a una periodista de Canal Sur Televisión que me ha hablado de algo que yo misma me digo muchas veces. A esta mujer se le murió un hijo con sietes meses de edad en un accidente de tráfico y donó todos sus órganos. Ahora, además de hacer tele, dedica su vida a ayudar a otras personas a superar momentos difíciles, como la pérdida de un familiar.

El caso es que esta mujer me decía que todo en la vida tiene un sentido y que nada pasa por que si. Seguro que eso lo hemos pensado más de uno, pero ella añade a ese pensamiento algo que poca gente ve y que yo cada vez encuentro más evidente (me hago mayor está claro)Nadie nos educa para asumir los fracasos, la desgracia y la muerte; y no nos damos cuenta de que cada tropiezo que nos encontramos en el camino debemos de tomarlo como un aprendizaje. Todo colabora en hacernos crecer como personas y si no somos capaces de percibir ese crecimiento no estaremos viviendo la vida.

Es cierto, el tiempo lo cura todo. Bueno hay experiencias que se te quedan en la retina para siempre, pero el tiempo dulcifica la gran mayoría de los problemas. Miro atrás y repaso todo lo que me ha podido marcar a lo largo de mis 28 años (que edad más bonita, ¿verdad?)y cada tropezón me ha hecho más fuerte, me ha enseñado algo.

Así que, pasado el dolor, cada bache supondrá un nuevo aprendizaje para ser más feliz y saber capear con mayor facilidad esta vida. Ya, ya sé que algunas veces da pereza mirar hacia delante, pero hay tanto esperándonos que merece la pena pararnos para asimilar lo que nos rodea.