Cada periodo vacacional supone una discusión para Cristóbal y para mí. ¿Úbeda o Sevilla? siempre la misma cuestión.
-Úbeda en Semana Santa no es opción- Así de tajantemente cerré mis negociaciones sobre nuestra relación.
-Puedes llegar a ser la persona más testaruda del mundo; pero si eso no es negociable, asumiré el reto.
Queda poco para la Cuaresma. A Cristóbal le divierte cuando le cuento por teléfono que mi padre y yo estamos enchufados al “pograma de semana santa”. Y se dio un lote de reír cuando le expliqué que mi hermana se pone unos cascos para escuchar aisladamente El Llamador; o que mis barbies y mis playmobils iban de estación de penitencia al cuarto de baño.
Lo que más le sorprendió fue el entrenamiento al que somete mi primo a su ya esposa previo al Domingo de Ramos para que no se canse durante toda la semana. Entrenamiento que él mismo a posteriori pudo comprobar que era necesario. Su mente de ciencias cuenta los kilómetros que recorre cada día. Y el tramo de Negritos en la entrada de mi casa creo que llega a ser impactante.
-Para el año que viene te hago hermano de Los Negritos- le digo; -¿No tendré que ponerme el capirucho?, ¿verdad?- Perdona, capirote, no capirucho-
Dice mi amigo Manolo que estará deprimido hasta el Miércoles de Ceniza, en el fondo creo que yo también. Ya va llegar el tiempo de salir a ver besamanos cada fin de semana.
-Pues este año como estamos los dos parados no nos perdemos ni uno. No hay excusa para estar cansados los domingos-
Pero ¿cómo le explicas al de Úbeda que el tiempo que dista del día de Reyes a ese miércoles, al sevillano los días se le hacen eternos? Y eso que allí la Semana Santa también es monumental; pero noooooooooooo, no es opción. Ya él mismo reconoce que lo nuestro -tiene algo que pellizca- la madre lo mira mal.
-Venga este año lo que hago es que no salgo de nazareno y me quedo contigo todos los días. Si quieres hasta me pongo la mantilla- Pero en el fondo lo digo con la boca pequeña, esperando su –No, no, no te preocupes. Ya quedo yo con Manolo-
Ahora cuando todo el mundo me dice que aproveche el paro para irme fuera a estudiar inglés unos meses. Yo me imagino estar lejos en esa fecha y es como si un rayo me partiera en dos. Me arrancarían los ojos. Por mucho que haya gente que no lo entiende, que te pregunta un año y otro ¿no te cansas de ver todos los años lo mismo? Pienso para mi ¿lo mismo? Si a mi me faltan horas para verlo todo. No entienden la emoción de reencotrarse con lo soñado, de tocar el cielo durante una semana, la sensibilidad de entender lo que cada instante nos dice y evoca. Y pienso para mis adentros, ¿lejos? Si lo único bueno de estar en el paro es pensar que para esa semana ¡tendré todo el tiempo de mi época de estudiante para salir en Semana Santa! Las aficiones de los amigos pueden dejarnos boquiabiertos
-Úbeda no es opción en Semana Santa- puedo ceder en muchas cosas, pero en eso…